En Grecia, a principios del siglo v a.c, vivía un joven llamado Darius.
Darius, junto a su
familia, habitaba en una casa humilde de construcción precaria, de la cual se podía
percibir ese característico olor a humedad proveniente de la poca ventilación. Ello
era así porque no tenía ventanas, solo contaba con una puerta; el piso estaba
en desnivel y una sola habitación era suficiente para dormir. Esta pequeña casa
quedaba a varios kilómetros de lo que hoy es Atenas.
Darius, todos los días
viajaba hacia Atenas en su caballo llamado Olimpo, a fin de pedir dinero en la
calle porque debía ayudar a sus padres a alimentar a sus hermanos. Algunos días
de mala suerte, el joven era atacado por ladrones, quienes le arrebataban lo poco
que recaudaba. También, cuando su dinero estaba en su bolsillo, al caminar perdía todo su dinero.
Pero un día, su suerte
cambio; cuando estaba sentado a con costado del camino, se acercó un general y
le propuso integrar el ejército activo de Atenas.
Fueron meses duros de
entrenamientos, aprendió a usar escudos lanzas y espadas, lo que le permitió
participar en batallas.
Con los años, Darius, por
ser un buen soldado llego a ser propietario de tierras y pudo hacer así, que su
familia trabajara en ellas.
Fue tan buena su vida que,
al llegar a los 60 años se convirtió en un árbitro público ateniense.
FIN
Muy bien, Mica! Muy lindo relato!
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